Para los que quieren mejorar su comunicación, ser eficaces y, cambiar el resultado de sus diálogos...
¿Te preguntas demasiado, qué decir o, cómo decir tal o cual cosa?, para que el otro
responda según esperamos o, a fin de que no se de cuenta de…
Y al final qué obtienes?, ¿Te sientes satisfecho o frustrado porque no te entendieron, o tu mensaje no caló?
¿Cuánto te ha devuelto callar tu verdad... por modales, no ofender, aparentar, etc...?
¿Cuánto
te ha devuelto callar tu verdad... por modales, no ofender,
aparentar, etc...?
El
concepto de ética en la comunicación se convierte en inconveniente,
cuando se distorsiona la idea de los modales que “se deben”
cumplir y, entonces nos empezamos a comunicar con caretas y manos
atadas, a fin de “protegernos” o, de no incomodar al otro.
La
ética es la filosofía moral con la que abordas la vida, por
elección propia, para salvaguardar tu felicidad. Está basada en tus
valores que por supuesto, se construyen desde el propio carácter y,
desde la influencia familiar-social de tu entorno.
Según
tu ética, estableces límites en tu relación con el mundo y,
viceversa.
Existen
casos y casos pero, por naturaleza humana, la ética te orientará a
mantenerte a salvo y, a potenciar tu bienestar, así como, a
procurarlo también, a tu alrededor.
Entonces,
con el primero que tienes que ser ético es contigo mismo.
Es decir, cuando estás en una conversación, expresando ideas,
opiniones, relatando historias, eventos, etc., incluso si te estás
comunicando por escrito, lo más ético para ti y, para el
otro es, SER TRANSPARENTE, ser honesto, hablar tu verdad que,
aunque no será la verdad absoluta (nadie la tiene), será lo más
auténtico y real que tú puedes dar, lo que producirá por tanto,
los resultados más efectivos para ti.
Cuando
pensamos en decir nuestra verdad, con frecuencia surgen dos dudas
típicas, acompañadas por supuesto, de su emoción correspondiente,
el miedo. Estas dudas son producto de creencias limitantes que en
algún punto del camino, hemos adoptado; la creencia de que
causaremos daño al otro y/o, la creencia opuesta, que nos dañarán
a nosotros o, que seremos así, más vulnerables.
Nada
más lejos de la realidad y, si no, pruébalo.
Cuando escribo
sobre ser sinceros, no sólo quiero decir no
mentir, o no engañar, sino empezar por no mentirnos a nosotros
mismos, a no dejarnos engañar por el miedo de nuestras creencias
limitantes, sino escuchar, sin juicios, nuestro interior,
lo que aflora espontáneamente de él, inquietudes, otras dudas,
confianzas, sensaciones, etc y, comunicarlo, dejar salir todo
eso, esa es nuestra verdad y nuestra honestidad.
Mi
propuesta es que en lugar de filtrar el contenido, para no herir
o no ser herido, a este lo dejes intacto y, en cambio, filtres
el continente, el cómo lo comunicarás.
Transmite
tu auténtico fondo y, modela sólo, las formas.
¿Que
ganamos siendo transparentes en nuestra comunicación con los demás?
-No
hay nada más sólido que la integridad así que, al contrario de lo
que nos han podido “vender”; cuando lo que sentimos, pensamos y
decimos, está alineado, nos hacemos fuertes de cara al otro y,
frente a nosotros mismos.
-Estamos
mostrando respeto y aceptación por la transparencia del otro. Le
brindamos la oportunidad para que también se exprese auténticamente.
-Damos
un salto cuántico en nuestra calidad de vida, gracias a los
resultados obtenidos, fruto de esta comunicación auténtica de
nuestras necesidades.
-Nos
sentimos más valientes y más seguros de nosotros mismos, al
hacernos responsables de reconocer nuestro interior y, ofrecerlo sin
tapujos.
-Reafirmamos
nuestra existencia, porque cada vez que expresamos nuestra verdad,
estamos honrando nuestros valores.
-Conectamos
a un nivel mucho más profundo con los demás, con lo que conseguimos
relaciones nutritivas y, de corazón.
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